martes, 19 de marzo de 2013

Hacer un documental sobre su propio secuestro

Filmaba sobre la explotación rural y la desaparición de un trabajador rural y fue atacado por policías.

El sonidista realizaba un documental sobre el hacinamiento de trabajadores de Expofrut, en Lamarque, Río Negro, cuando fue atacado por policías provinciales que intentaron secuestrarlo. Los trabajadores lo salvaron. Se refugió en una iglesia.

 Por Horacio Cecchi

De sonidista de un film sentimental, a documentalista del horror de la explotación laboral y de un intento de secuestro contra él mismo, Pablo Politis apenas si puede recuperarse para contar la odisea sufrida en su visita a Choele Choel y a Lamarque, en Río Negro. El motivo: Politis se vinculó por casualidad geográfica con el reclamo que lleva adelante la familia de Daniel Solano, el peón rural que viajó de Salta a Río Negro a recolectar manzanas y terminó desaparecido, en noviembre de 2011. Politis documentaba los lugares de hacinamiento y pago tercerizado a cargo de la empresa Trabajo Argentino, cuando fue prepoteado por matones y uniformados, que pretendieron meterlo a golpes dentro de una camioneta policial, pero logró zafar por intervención de un grupo de peones. Se refugió en una iglesia y dos días después fue trasladado por el gobierno de Río Negro a Bahía Blanca, desde donde puso distancia al horror. Politis habló con Página/12 y repitió en palabras las imágenes a borbotones que todavía le salen.

A principios de febrero, Politis viajó a Choele Choel integrando un equipo de unos quince técnicos que debían poner sonido local a la película Choel, en la que actúa Leonardo Sbaraglia. El film es un drama romántico en el que el padre, Sbaraglia, viaja al sur con su hijo pequeño y conoce a una chica. En un descanso se contactó con los familiares de Daniel Solano, un muchacho salteño cuyo caso fue relatado por Página/12 el pasado 29 de julio, cuando Solano llevaba siete meses desaparecido.

Solano había formado parte de cuadrillas de trabajadores golondrina salteños que eran contratados en su provincia natal y enviados a trabajar en la cosecha de la frutícola belga Expofrut, cosecha tercerizada por la que entonces se llamaba Agrocosecha Argentina SRL, que se encargó del traslado desde Salta, del hacinamiento de los trabajadores en containers o casuchas y el pago en condiciones deplorables. Solano reclamaba por el maltrato hasta que fue secuestrado. En la investigación judicial, no se encontró nada hasta que la jueza Marisa Bosco y el fiscal Miguel Flores dejaron de intervenir en la causa (aquí, “intervenir” puede traducirse como ceder la investigación al brazo armado de la ley, en este caso, los policías investigados). A partir de entonces, siete policías quedaron detenidos y otros 33 fueron procesados. Bosco y Flores tienen en su haber sendos pedidos de juicio político.

Cuando Politis entró en contacto con los familiares de Solano, no se topó con la BORA, la temida Brigada de Operaciones, Rescate y Antitumulto disuelta por el gobernador Alberto Weretilneck, que aparecía mencionada en todos los testimonios. En realidad, se topó con los uniformados de Lamarque, el pueblo donde se hacinaban los peones tercerizados por la Expofrut, ahora por medio de la empresa Trabajo Argentino. “Es la misma Agrocosecha, solamente cambió de nombre. Los formularios, los papeles, son iguales, lo único que le cambiaron es el nombre”, denuncia Politis.

El viernes 8 de marzo, con una handycam, Politis, Pablo Solano, hermano de Daniel, y Sergio Heredia, el abogado que está batallando en la causa desde el primer momento, recorrieron los 16 kilómetros que separan Choele Choel del vecino pueblo de Lamarque, que además de la particularidad de tener la chacra donde nació Rodolfo Walsh (vedada al acceso porque se encuentra en medio de una propiedad privada), tiene los locales de hacinamiento de los peones de la Expofrut. Todos, casa y containers, en el mismo campo.

“Hicimos un plan. Mientras Heredia y Solano se quedaban en una plaza para atraer a los policías que lo siguen noche y día –explicó Politis–, yo fui caminando hacia el lugar donde me decían que alojaban a los trabajadores. Un lugar espantoso, 16 personas hacinadas en una caja de seis metros.” Allí se enteró de que estaban pagando en ese momento a pocas cuadras de allí.

“Eran dos puertas, una a unos ocho metros de la otra. En la primera había una mujer policía con uniforme. Quise entrar y no me dejó.”

–¿Por qué no me dejás entrar? ¿Es propiedad privada? –preguntó Politis.

–No sé –respondió la uniformada, que le terminó indicando la otra puerta.

Cuando el documentalista entró, cámara en el hombro y filmando, se topó con medio centenar de trabajadores haciendo fila para ser llamados para el cobro. “Apenas entré –recordó Politis–, Mercado, uno de los dueños de Trabajo Argentino, y Lapenta, otro dueño, me empezaron a decir que qué quería, que me fuera. Después, en la calle, vinieron los policías. Empecé a tener miedo cuando vi el operativo que estaban armando, ni que fuera Pablo Escobar. Un Peugeot 307 blanco cerró una de las esquinas, a mi derecha. A la izquierda, la otra esquina la cerró un patrullero. Ya no podía salir. Había siete policías, cuatro uniformados y tres de civil. Empezaron las agresiones verbales. Lapenta y Mercado que me decían ‘vos sos un pelotudo, te creés que con una camarita te vamos a tener miedo’. veía cómo venía todo, crucé y lo llamé a Heredia. Y mientras lo llamaba fue que se me vinieron encima y recibí un golpe por la espalda. Me empiezan a golpear y quieren meterme en otra camioneta policial. Adentro había dos policías y uno de ellos me pegaba y me tenía agarrado, y de afuera me empujaban para meterme. No sabían que tenía un micrófono chico encendido en el bolsillo. En ese momento, me salvaron los trabajadores. Empezaron a gritar ‘¡Ey, qué hacen, déjenlo!’ y se les vinieron encima. En ese momento, me soltaron y me pude escapar.”

Finalmente Politis logró subir al auto de Heredia, con el que volvieron para ocultarlo en la iglesia del padre Cristian Bonin. Allí permaneció refugiado durante dos días, mientas enviaba señales de auxilio a sus amigos vía Internet. Finalmente, con la gestión de las secretarías de DD.HH. y de Seguridad rionegrinas, Politis salió con “escolta” policial hasta Bahía Blanca, desde donde regresó a Buenos Aires. No está dispuesto a poner el The End. Todo su material fílmico lo subió a la red y lo entregó a Heredia para ser incorporado a la causa por el crimen de Solano.