miércoles, 17 de agosto de 2016

13 de agosto de 2016: Juan volvió. Y volvieron las patotas

Por Rubén Kotler
 
El 13 de agosto de2016, para la memoria de las organizaciones de derechos humanos no será un días más. En la ciudad catamarqueña de Belén, los restos identificados del militante Juan Francisco Carreras, fueron restituidos y su memoria homenajeada en la plaza principal. En Tucumán, horas después del acto en Belén, una patota integrada por 6 individuos realizaba un ataque de amedrentamiento hacia la Dra. Laura Figueroa, quien se encontraba de viaje, justamente, regresando desde Belén, donde participó del acto mencionado.

 Juan y la memoria de los 30000
Juan volvió a Belén después de 40 años. Militante del Frente Anti-imperialista por el Socialismo – FAS – (Organización política vinculada al Partido Revolucionario de los Trabajadores, el PRT), Juan era miembro del cuerpo de delegados de la Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia y era uno de los responsables del otorgamiento de las becas al comedor. Juan fue secuestrado, detenido y desaparecido el 16 de septiembre de 1976, cuando salía de rendir un examen final en una sede universitaria. La historia del secuestro y desaparición de Juan es conocida por todos.[1] Todos los miembros del cuerpo de delegados de esa facultad se encuentra en calidad de detenidos y desaparecidos. Algunos cuerpos de esa representación estudiantil, fueron recientemente identificados en el Pozo de Vargas, un pozo de aguas en una vieja finca en las afueras de la capital tucumana, usada por los militares de la última dictadura cívico militar, como fosa común. En días pasados los restos de Juan habían sido identificados, luego de 40 años desde su secuestro, y su hermana Felicidad, activa militante en el campo de los DDHH, daba la noticia del acto homenaje que la localidad de Belén, en Catamarca, haría en honor la mencionada identificación. Los restos de juan fueron entonces restituidos a Belén el sábado 13 de agosto en una ceremonia realizada en la plaza principal del pueblo y de la que participaron familiares de Juan, organizaciones de DDHH  y otros organismos, la municipalidad de Belén incluida.

Hablaron entre otros, Carlos Leyva, ex compañero de militancia de Juan y ex detenido también en la última dictadura militar; Laura Figueroa, abogada de la familia de Juan, quien se refirió a la militancia revolucionaria del joven belicho; Virgnia Sosa, presidente de Familiares de Desaparecidos de Tucumán – FADETUC – quien destacó el trabajo realizado por la organización que representa; delegados del propio municipio, quienes mencionaron la trascendencia de la vuelta de los restos de Juan a su Belén natal. Durante el acto se leyeron además adhesiones entre las que se destacaron la de la Asamblea Permanente por los DDHH – APDH – y de la Universidad Nacional de Tucumán, donde Juan estudiaba y militaba.

Casi la totalidad de los discursos coincidieron en destacar las ideas revolucionarias de Juan, en destacar la memoria necesaria y urgente. Algunos discursos incluso, apuntaron sus críticas a las omisiones recientes del presidente de la nación, Mauricio Macri, quien en una entrevista, afirmó desconocer la cantidad de desaparecidos que dejó la última dictadura cívico militar y a la que calificó, por su accionar, de “guerra sucia”, en un claro interés político, por volver 30 años atrás en la interpretación de la represión genocida de los 70.

Quizás la alocución más conmovedora fue la de Felicidad Carreras, hermana de Juan y quien en improvisado discurso agradeció a los organismos de DDHH, a los peritos del Colectivo de Arqueología forense que trabaja en el Pozo de Vargas – el CAMIT –, a Laura Figueroa, su abogada y al conjunto de militantes que la acompañaban ese día. Felicidad, conmovida por la identificación de su hermano, tras larga lucha por dar con sus restos, destacó el compromiso político de su hermano, motivo por el cual fue detenido y desaparecido.

La vuelta de las patotas
Tras la finalización del acto en Belén, la abogada Laura Figueroa regresaba a Tucumán junto a una amiga, a Virginia Sosa, presidente de FADETUC y a quien esto escribe. En el camino por los valles el vehículo sufrió una avería que demoró la llegada a destino. En el trayecto y habiendo sido auxiliados, una llamada nos dejaría a todos perplejos: una patota había ingresado al domicilio de Laura y tras forzar la puerta de entrada y ya en el interior de la propiedad, le revolvieron todo en una clara actitud de amedrentamiento.

Es la tercera vez que Laura sufre un atentado en su domicilio. Las otras dos veces fueron durante los años del gobierno autoproclamado de los DDHH, en la era de los Kirchner. Es decir que las patotas y parte del aparato represivo del Estado no fueron eliminados ni aún durante el gobierno que se jactó de revisar el pasado dictatorial, mucho menos ahora que gobierna un presidente que desprecia todo lo vinculado con la lucha por la memoria, la verdad y la justicia.
Resta saber si algunas de las hipótesis que uno a priori plantea son ciertas o no y en qué medida se vincula este acto de terrorismo con la visita de Laura el jueves último pasado, al juicio por Operativo Independencia que se lleva a cabo en la provincia, acompañando a un familiar de una víctima del Operativo. Resta comprobar si el incidente con el vehículo no fue un mero accidente y por el contrario se trató de un sabotaje, si el vehículo de la Gendarmería que acompañó al auto de Laura a la salida de Belén no fue mera casualidad o si por el contrario se trató de un acto de inteligencia y una cantidad de otros factores que hacen de la acción patoteril, una amenaza abierta a la totalidad de los luchadores sociales en el campo de los DDHH. Los anteriores episodios no solo nunca fueron resueltos sino que tanto el Estado Nacional como el Provincial, no consiguieron frenar este tipo de acciones que son un claro indicativo de la vigencia, lamentablemente, del aparato represivo estatal y para-estatal.

En primera persona
Todo esto que narro me tocó vivirlo en persona. En Belén acompañé a Felicidad en el emotivo acto en honor a Juan. Era un compromiso personal hacia una causa que hice propia desde mis investigaciones.
La historia de Juan sintetiza a mi modo de ver, muchas de las historias que en los años 70 tiñieron de gris el cielo argentino. La historia de su militancia y de la que poco a poco voy descubriendo nuevos aspectos, la tenebrosa historia de su secuestro y posterior desaparición y la historia, no menos tenebrosa de su identificación, junto a otros militantes desaparecidos, en el Pozo de Vargas.

Al regreso de Belén, el auto de Laura, en el que viajábamos sufrió un desperfecto y luego de varias horas de espera fuimos auxiliados y llevados a destino. Al enterarnos del ingreso del grupo comando en casa de Laura, nos encontrábamos en pleno viaje de descenso por los valles. Al llegar a destino, casi a la medianoche, vimos el salvaje atropello de la patota en los rastros dejados en el domicilio: puertas rotas, pertenencias revueltas y cajones que fueron revisados. Mi sensación, en ese momento fue que la historia del último golpe cívico militar no es historia pasada sino historia presente. Que el actual presidente de la nación, Mauricio Macri desconozca esa historia por saberse parte de la misma, siendo que su familia fue beneficiada de las mieles del sistema económico de entonces y del que siguió, debe hacernos pensar que durante la década ganada, la narrativa, incompleta y vacía, no sirvió para que parte de la sociedad entienda qué significaron los años del genocidio y el daño hecho desde todos los planos de la vida social, ocasionado a generaciones presentes y futuras. Si bien es cierto que Macri con sus declaraciones hace un guiño a las patotas que responden a los genocidas, no es menos cierto que el nombramiento de Milani al frente del ejército durante el mandato de la ex presidente Cristina F. Vda. De Kirchner, la infiltración a organizaciones sociales por medio del proyecto X y la sanción de la ley antiterrorista, también lo fue.

Miramos al futuro porque miramos al pasado
Es imposible construir un mundo distinto sin mirar al pasado reciente, sin comprender que las carencias del sistema hacia al conjunto social, tienen un claro anclaje en políticas económicas, sociales y culturales de un Estado que se construyó sobre la base de la exclusión, el reparto inequitativo de las riquezas, la pobreza estructural, etc etc. Dicho modelo fue impuesto por medio de la fuerza bruta que tuvo su máxima expresión en el esquema represivo instaurado desde el Operativo Independencia, en febrero de 1975 hasta bien entrada la transición institucionalizada a la salida del último gobierno cívico militar. En este sentido es imperativo asociar la digna lucha de las organizaciones de DDHH, de los abogados que como Laura, se involucraron en la defensa de las víctimas de la represión dictatorial y sus familiares con las posteriores consecuencias del modelo enunciado.

La identificación de Juan y la restitución de sus restos en Belén, es parte del mismo proceso que implicó también, la usurpación patoteril de la casa de Laura Figueroa. En este sentido pasado y presente se entroncan y se entremezclan en los principios de esperanza de los familiares de los represaliados por conocer, 40 años después, el destino de los desaparecidos, con un Estado que sigue imponiendo como, también hace 40 años, un modelo económico y social basado en la exclusión, como es el capitalismo. Para que ese modelo no sea modificado en su esquema de otorgamiento de recursos a los poderosos, es necesario acallar las voces críticas y por ello es necesario profundizar el sistema represivo, de baja intensidad, claramente, pero tendiente por un lado a la criminalización de la protesta social y por otro a la legitimación de la represión. Hay rupturas y continuidades del pasado con respecto al presente. No es mi intención hacer aquí un raconto de la historia del país de los últimos 50 años, pero si volver a sugerir la necesaria y urgente revisión de conceptos, ideas y datos referidos a esa historia.

No quiero cerrar este artículo sin expresar públicamente mi repudio a los ataqueas a Laura Figueroa como así también mi solidaridad con ella y con todos aquellos que vienen sufriendo en distinto grado, los ataques de patotas organizadas. No quiero tampoco cerrarlo sin mencionar que Julio López lleva 10 años desaparecido, producto del mismo esquema represivo de los 70 y que hoy, con más fuerzas que nunca, debemos exigirle al Estado Nacional su aparición con vida y juicio y castigo a los responsables de su desaparición. Y no quiero cerrarlo sin expresar mi satisfacción por el trabajo realizado por los arqueólogos forenses a quienes les debemos, entre otras cosas, la posibilidad de la identificación de Juan y de tantísimos otros militantes que estaban desaparecidos. Sería bueno que el presidente de la nación se notificara de estas tres cuestiones y comenzara a cambiar su visión respecto a “desconocimientos históricos”. Será la única manera de comenzar a pensar en la posibilidad cierta de construir un futuro un poco menos desigual que el actual presente que nos toca vivir. Cualquier otra consigna será simplemente una profundización de la exclusión por parte de las clases dominantes.