miércoles, 11 de junio de 2014

Un espía de la dictadura en el ministerio de Agricultura

Un informe revela que Héctor Mario Espina, Jefe de Gabinete del Ministerio de Agricultura de la Nación, fue servicio del Batallón 601.
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Por Diego Rojas (@zonarojas)

Héctor Mario Espina y su lugar en el listado de los buchones de la dictadura.

Héctor Mario Espina, actual jefe de gabinete del Ministerio de Agricultura de la Nación, revistió como servicio de inteligencia de la dictadura y como tal figura en los listados oficiales de los participantes del Batallón 601. Así lo reveló una investigación del periodista Lea Ross -en twitter @leandroross-publicada en el sitio Ecos Córdoba. Espina, que ocupa el segundo puesto de importancia en el ministerio que rige el agro, fue designado por el decreto 2015/2013 de la presidenta Cristina Fernández y el jefe de gabinete Jorge Capitanich fechado el 2 de diciembre del año pasado. En el listado oficial entregado por las Fuerzas Armadas a la secretaría de Derechos Humanos de la Nación en 2010, figura bajo el número 1553 como “ESPINA HECTOR MARIO” y se consigna su documento, 12643077. En el listado publicado por la revista Veintitrés aquel año, se especifica que su rol es “Apoyo y proc”, que se refiere a las tareas de información y de análisis de la información.

Espina, nacido el 18 de noviembre de 1956 en San Juan, se trasladó desde muy joven a la provincia de Santa Cruz. Su profesión es la de ingeniero agrónomo. Llegada la democracia, se vinculó al radicalismo. En 1999 ganó las elecciones para intendente de la localidad de Gobernador Gregores. La llegada al poder de los Kirchner lo ubicó como un “radical K” y en 2003 asumió como Director Nacional de Parques Nacionales. En 2009 se incorporó como segundo de Carlos Casamiquela en el INTA. La misma dupla habría de asumir a fines de 2013 en el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca.
Decreto que  designa a Espina. Coincide el DNI con el de la lista del 601.

La investigación del periodista Jorge Lanata publicada en el diario Perfil en diciembre de 2006 lo ubica en la troupe integrada por el ex presidente Néstor Kirchner, la actual presidenta Cristina Fernández y funcionarios provinciales y nacionales que compraron tierras en la turística ciudad de El Calafate a precio de remate. De esta manera, la documentación oficial permitió conocer que Espina había comprado 1390 metros cuadrados a $7,50 por metro cuadrado. Una investigación de fines de 2006 del periodista Daniel Gatti de la agencia OPI Santa Cruz reveló que su esposa, Mirtha Olmello -que cumplía funciones en la Casa de Santa Cruz- seguía cobrando su sueldo docente con un ítem de zona desfavorable que lo aumentaba en un 180% a pesar de cumplir un rol de funcionaria pública en la Ciudad de Buenos Aires.

Héctor Mario Espina, tal como figura en los oscuros listados de colaboradores de la dictadura más sangrienta que gobernó el país y segundo en la actualidad de Carlos Casamiquela en el ministerio de Agricultura de la Nación, deberá brindar explicaciones sobre su paso por la cueva de servicios que constituía el Batallón 601 del Ejército.

miércoles, 4 de junio de 2014

Caso Milani: carta abierta al juez Federal Daniel Herrera Piedrabuena

Una misiva de un médico y ex integrante de la CPDH
Luego de la gacetilla publicada desde el Ejército, en la que Milani intenta defenderse de las acusaciones.

El médico y ex integrante de la Comisión Provincial de Derechos Humanos de La Rioja, Jorge Mercado Luna, escribió una carta pública al juez Federal Daniel Herrera Piedrabuena, a propósito de la causa por delitos de lesa humanidad que involucra al actual jefe del Ejército, César Milani. En la misiva enviada, Mercado Luna reproduce el testimonio de Alfredo Ramón Olivera, llevado por el propio Milani a firmar una declaración que no formuló, mientras era un detenido político. En esta nota, la carta completa. “Respetuosamente me dirijo a usted como un ciudadano que tuvo el honor de integrar la Comisión Provincial de los Derechos Humanos de La Rioja (CPDH). Lo hago impulsado por un imperativo de conciencia ante las numerosas publicaciones en los medios de información provincial y nacional, referente a las denuncias contra el teniente General César Milani, formuladas por Alfredo Ramón Olivera, radicada en el Tribunal Federal de La Rioja.

Hace unos días, el propio Milani en un comunicado inusual del Ejército por medio de una gacetilla; se defiende y cuestiona al Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), también critica “las graves irregularidades” de la tramitación judicial, en particular la actuación del fiscal Darío Illanes, al que acusa, entre otras cosas, de tener relaciones con el diputado cordobés Luis Juez, con estar muy comprometido con organizaciones de derechos humanos y de haberle impedido ejercer “de manera real y efectiva el derecho de defensa”.

El comunicado militar coincide y usa iguales frases amañadas de su abogado Narmona y del fiscal Horacio Salman para argumentar su inocencia. Este fiscal, en enredada actitud, pretende beneficiar al militar, actuando como si fuera su abogado defensor al afirmar muchas inexactitudes, omitir fehacientes pruebas y esgrimir un conjunto de errados argumentos que contradicen la verdad histórica reconstruida a lo largo de tres décadas en el proceso de memoria, verdad y justicia. Sin ninguna razón válida pone en duda el valor de los testimonios de las víctimas y privilegia las justificaciones del teniente General Milani, más las ideadas por él.

Tanto Milani como Salman parecen unirse para representar “el mundo al revés” (el denunciante, pasa a ser denunciado), aseverando entre inaceptables y tergiversados paliativos “que no existe ninguna víctima de causas de lesa humanidad en La Rioja, que mencionó el apellido Milani”.

A causa de esta falsa afirmación y viendo que el gobierno de La Rioja, por intermedio de la Secretaría de Derechos Humanos se mantiene callado y no sale a aclarar ni allegar pruebas, es el motivo y la misión de esta carta: reafirmar, que si existen comprometidas y fehacientes acusaciones al Militar, efectuadas y firmadas por el señor Ramón Alberto Olivera, DNI 11. 496.732 -presentadas ante la CPDH, receptada, firmada y sellada por el secretario de Actuación, Cipriano Horacio Navazo, el 21 de agosto de 1984, siendo las 18.15, legajo Nº 21 compuesto por trece páginas, asentada en el Tomo 2 Volumen 1 de los Testimonios Recibidos por la CPDH en el año 1984-.

Allí figura desde hace 30 años, verdaderamente nombrado cuatro veces por su grado militar y apellido. Olivera narra de manera patética cuando es interrogado en la cárcel: atado, vendado los ojos, torturado de diversas maneras y obligado a firmar “su exposición” sin leer lo escrito. Cuenta que “al día siguiente por la tarde, iría a declarar ante el juez Federal: ‘me transportan en un auto de la Policía provincial. A mi lado va el teniente Milani, al que reconozco por ser el que realizó el allanamiento y llevar detenido a mi padre... Entro a la sala donde voy a declarar y conmigo lo hace el teniente Milani, el que no se retiraría en ningún momento de la sala. Nos recibe el secretario del Juzgado Armatti. Me invita a sentarme y al lado mío lo hace el teniente, el que inmediatamente entramos, comenzó a increparme... Mientras el secretario escribe, conversa con el teniente Milani, preguntándole de su ascendencia, por este motivo es que sé su apellido, que luego traté de retenerlo... El secretario va leyendo lo que dice que yo declaré anteriormente en la cárcel. Ante todo, lo que hago es mostrarle, levantándome la bocamanga del pantalón, las huellas del intenso castigo que había recibido y le digo que escriba que fui torturado, contestando que no lo va hacer porque cuando vuelva a la cárcel va a ser peor y desde ese momento no me prestó atención a lo que yo podía decir... Leyó todo lo que declaré en la cárcel. El teniente Milani permanecía a mi lado, y en los momentos que Armatti escribió, el podía acusarme de alguna cosa. Recuerdo algo así: ‘nosotros a vos te cortamos la carrera justo’... Se refería, supongo, a la carrera de guerrillero. No recuerdo otras acusaciones, pero si el gran odio con que hablaba”.

Esta declaración de Olivera cuenta: Cuando policías y Milani lo trasladan, que éste no se separa de él en ningún momento, ni siquiera en la sala del Juzgado. Que Milani se inmiscuía en el interrogatorio, refiere las amenazas y hostigamientos, afirma reconocer al teniente cuando secuestró a su padre. Explica por qué se entera de su apellido Milani, deja constancia la negación a escribir las denuncias de torturas en la cárcel, llegando a mostrar las huellas de las mismas y continúa describiendo el desarrollo del interrogatorio clásico: si conoce a un desaparecido Heredia, a una jovencita Matta, a Schaller si viajó al Chaco y las infaltables preguntas sobre qué relación tenía con el obispo Angelelli.

Toda esta historia ocurría hace 30 años; la que está protagonizada en parte por el joven y olvidadizo teniente César Milani.


Es un testimonio que debe llegar a la opinión pública, para conocer un pasado nefasto y que obtenga sus propias conclusiones. En ese testimonio 21, también está acusado el funcional juez de la dictadura Roberto Catalán, y otros cinco represores, revelando nombres y apodos, el accionar de los mismos y hasta indicando los domicilio de cada uno. Además, el vía-crucis por diversas cárceles, la pérdida de su trabajo y de sus estudios de maestro mayor de obras, y analiza desesperanzado la gran defraudación de la justicia de ese tiempo. Deseo que en estos tiempos de democracia, apuntalada por una verdadera justicia independiente, Olivera vuelva creer en ella. Para eso señor juez Herrera Piedrabuena: mucho depende de su delicada y correcta actuación.

El trabajo realizado por la CPDH no fue un juego ni un pasatiempo. Constituyó una desgarradora y patética denuncia pública, para que la justicia como corresponde, procediera con premura.

Toda la labor de la CPDH de La Rioja, esta plasmado en tres grandes tomos titulados “Informe final y documentos elaborados” y “Testimonios recibidos”, en donde figuran 161 legajos con denuncias, los que ya llevan tres décadas y todavía siguen esperando que llegue su majestad la justicia. Es de esperar que no se cierre la causa, propuesta de alguna manera por el señor fiscal Salman al afirmar prematuramente: “No hay nada de nada, porque no hay nada”, sin investigación seria y exhaustiva, habiendo muchas denuncias y ocultando pruebas como la declaración de Olivera realizada hace 30 años y que el fiscal bien las conoce, por haberlas leído en los textos originales de la CPDH, cuando los solicitó prestado a la Biblioteca Mariano Moreno, luego de la sorpresiva presentación de Milani en el Juzgado Federal de La Rioja.

Amparado en las garantías que debe brindar una justicia independiente: Milani debe tener la oportunidad y el derecho de defenderse en juicio “de manera real”, como escribe en la gacetilla militar. Pero también, sin los justificativos incongruentes del fiscal Horacio Salman, que al parecer pretende impedirlo.

Señor juez federal: por la trascendencia de este tema, todos los ojos del país están puestos en su actuación; la que deseo sea un ejemplo de lo que es justo, en salvaguardia de la salud republicana, del honor militar de las Fuerzas Armadas que no merecen tener un jefe sospechado, y del propio gobierno que saldrá fortalecido.

Lo saludo atentamente.

Jorge R. Mercado Luna
Médico, ex integrante de la CPDH.